jueves, 2 de octubre de 2008

Carta de Francesco Fermi a un comerciante veneciano establecido en Zaragoza


Venecia, 24 de abril de 1481


Estimado Giovanni:


Las noticias que me han llegado hace tres días me mueven a escribirte esta carta, de la que espero tu rápida contestación.


Como ya sabes, desde hace más de tres siglos, mi familia se ha dedicado a las actividades comerciales. Las buenas relaciones con la ciudad de Bizancio y los puertos y consulados comerciales que esta República tiene en el Mediterráneo oriental nos han facilitado una gran actividad en esa parte del mundo. No obstante, desde que nuestro compatriota Marco Polo realizara su viaje a los confines del Oriente las tierras que conocíamos se nos han quedado pequeñas, y la demanda de nuevos productos, prácticamente desconocidos hasta ahora, y la búsqueda de nuevos mercados donde vender se nos hacen hoy imprescindibles.


Las noticias que nos llegan de los países que llaman India y China ya no provienen indirectamente a través de los musulmanes. Algunos viajeros europeos, pocos todavía, comienzan a plantearse la posibilidad de dirigirse hacia el final de la Tierra mediante la navegación. Parece que los portugueses, que desde ya hace unos años recorren la costa africana en dirección al Sur, están encontrando y explorando nuevas tierras, de las que extraen metales preciosos y especias que ponen en circulación en nuestro mundo crisitano y enriquecen su país.


El mundo mediterráneo ya no es el mismo desde la caída de Constantinopla, la antigua Bizancio, hace casi tres décadas. Los turcos han ido dominando nuestro mar, y ni los genoveses, ni tus vecinos aragoneses ni tan siquiera nosotros los venecianos, que en otros siglos dominábamos el mar y su comercio, podemos hacer nada frente al poder turco y su piratería. Las islas griegas que antes eran puertos y consulados nuestros han caído en manos de esos infieles. Todo se ha arruinado y nos estamos empobreciendo.


Es posible que haya nuevas rutas y tierras en África y Asia donde existan numerosos productos y riquezas. Pero para tan gran aventura se necesita un patrón poderoso que pueda costear los gastos de un viaje de estas características. Es pot esto que me dirijo a tí, estimado Giovanni, porque sé que conoces bien los reinos de esta parte del mundo a través de tus viajes y, a pesar de tu juventud, podrías iniciar alguna conversación con las cortes de portugueses o castellanos, que son los que más interés están poniendo en las exploraciones atlánticas, o incluso franceses o ingleses, conocida la rivalidad entre todos estos reinos.

Te encargo, pues, que busques la ayuda necesaria para que podamos volver a ser una república poderosa volcada al mar y a las riquezas que a través de él nos llegan. Necesitamos volver a ser respetados para mayor gloria nuestra.

Francesco

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